Cardenal salvadoreño: oren, dediquen tiempo a la familia

WEST ISLIP, Nueva York — Durante una visita pastoral de tres días a la Diócesis de Rockville Centre en Long Island, el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez dijo a inmigrantes que oraran, que dedicaran tiempo a la familia, que expresaran amor y recordaran sus raíces.

El cardenal Rosa Chávez, de 74 años, obispo auxiliar desde 1982, fue nombrado el primer cardenal de su país por el papa Francisco el 21 de mayo. En ese momento, dedicó su nombramiento a su amigo y mentor, el beato Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, El Salvador, quien fue asesinado por un escuadrón de la muerte de la extrema derecha en 1980 mientras celebraba Misa.

La muerte del arzobispo ocurrió al comienzo de una sangrienta guerra civil de 12 años en la cual murieron unas 75,000 personas, entre ellas cuatro mujeres religiosas estadounidenses en 1980 y seis jesuitas, su ama de llaves y su hija en 1989.

A lo largo de su visita a Nueva York, el cardenal invocó la memoria del beato Romero y su firme compromiso contra la violencia y su trabajo con y entre los pobres. Su visita incluyó cuatro misas públicas asistidas por más de 4,000 personas y varios eventos pastorales más pequeños.

Su mensaje resonó en la comunidad salvadoreña, la cual ha experimentado violencia de maras, o pandillas, y recientes reacciones negativas contra inmigrantes. Unos 100,000 salvadoreños viven en Long Island, Nueva York donde la Iglesia Católica tiene 1.5 millones de miembros.

La pandilla Mara Salvatrucha, también conocida como MS-13, opera tanto en Estados Unidos como en El Salvador y autoridades dicen que ha sido responsable de 12 muertes de jóvenes latinos y afroamericanos en Long Island desde el 2016.

El cardenal Rosa Chávez dijo que algunos jóvenes recurren a pandillas para obtener el amor y la afirmación que no reciben en sus hogares. Durante una visita a la escuela secundaria diocesana St. John the Baptist en West Islip el 19 de agosto, les dijo a los padres que jugaran y rezaran con sus hijos, que coman juntos en familia y que apaguen los teléfonos celulares para escuchar a Dios. La oración es una ocasión para escuchar a Dios, dijo.

“Si escuchamos, aprendemos”, dijo la cardenal Rosa Chávez. Es un error no escuchar a los pobres cuando buscan ayuda. Los pobres son el cuerpo de Cristo y no se deben ignorar, dijo.

El cardenal contó de las distribuciones caritativas de pan y café a los pobres de su arquidiócesis. Dijo que los pobres que llegan no llegan por alimento, sino por el amor que reciben durante esos momentos.

Debemos aprender a compartir, dijo, porque ser parte de una mayoría católica, como en su país, no significa nada si el pueblo no pone su fe en acción. Sin acción, los católicos siempre serán una minoría, dijo.

El cardenal Rosa Chávez dijo que el ministerio de tres años del Beato Romero tenía mucho en común con el ministerio público de Jesús que también duró tres años. Ambos hicieron un esfuerzo para compartir comida con los pobres, dijo.

El lema episcopal del cardenal es “Cristo es nuestra paz”, y su escudo de cardenal representa a los mártires salvadoreños, su devoción a María, su conexión con el Beato Romero y su opción preferencial por los pobres.

Durante la homilía de la Misa en West Islip, el cardenal Rosa Chávez hizo una distinción entre ser ilegal y ser indocumentado. Él dijo que Moisés era un hijo indocumentado hijo de Dios.

El cardenal Rosa Chávez dijo que El Salvador está experimentando una energía de unidad y pidió a las personas en Long Island que trabajen juntas en sus comunidades de fe y con familias de la iglesia, y que carguen con sus cruces. No es fácil ser un discípulo de Cristo, pero la gente debe ser feliz y vivir sin miedo porque nada es imposible para Dios, dijo.

Más de 700 personas participaron en la Misa en San Juan Bautista el 19 de agosto. El cardenal Rosa Chávez concelebró con el Obispo John O. Barres de Rockville Centre y otros tres obispos.

El diácono Francisco Cales, director de la Oficina para la Nueva Evangelización diocesana de Rockville Centre y amigo del cardenal Rosa Chávez, dijo a Catholic News Service que la visita era “una bendición para todos en esta diócesis”.

“Él es un pastor que siempre ha estado allí para su pueblo, su mensaje es de unidad y paz”, dijo.

El cardenal le dice a las personas que no pierdan esperanza y que recuerden que “podemos ser indocumentados, pero no somos ilegales”, dijo el diácono.

Blanca Fuentes, quien llegó a los Estados Unidos a los 14 años de El Salvador, fue bautizada en la parroquia donde el beato Romero había sido párroco años antes. Fuentes, feligrés de San Juan Evangelista en Center Moriches, Nueva York, dijo: “Es hermoso que alguien de nuestro país que conoce nuestras raíces y cultura está aquí para hablar con nosotros. No pude contener mis lágrimas cuando el cardenal Rosa Chávez dijo que tenemos que aferrarnos a nuestras raíces y tener memoria y saber que nuestra fe está dondequiera que estemos”.

Cuando anunció la visita del obispo auxiliar de San Salvador, el obispo Barres dijo que tenía la intención, entre otras cosas, de celebrar la elevación del prelado como cardenal, y aumentar la conciencia sobre el beato Romero, y de promover la reforma migratoria basada en la dignidad humana y fomentar una “cultura de la vida” para contrarrestar la violencia de las pandillas.

El cardenal Rosa Chávez visitó un centro de inmigración de Catholic Charities y la cárcel del condado de Nassau, y celebró Misas en dos escuelas secundarias y dos parroquias con grandes congregaciones hispanas.

Padre Bill Brisotti, quien trabajó con el cardenal Rosa Chávez hace más de 30 años en campamentos de San Salvador para personas desplazadas por la guerra civil, es el pastor de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Wyandanch, y acompañó a 75 feligreses a la Misa en San Juan Bautista.

El padre Brisotti le dijo al CNS que espera que la visita del cardenal le de atención a los muchos regalos que los salvadoreños aportan a Long Island, especialmente durante momentos cuando las políticas de inmigración amenazan su presencia.

“Espero que la gente de la diócesis valore la visita de un cardenal humilde de Centroamérica, igual que a los chicos que trabajan aquí” cortando grama, o césped, dijo.

El padre Brisotti dijo que los salvadoreños en los campamentos le llamaban al nuevo cardenal “Padre Goyito”, un apodo que refleja su fácil relación con la gente y la voluntad de trabajar por ellos.

Hoy, “él tiene la autoridad moral y ahora está en una posición eclesiástica para hacer una diferencia”, dijo el padre Brisotti.

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